Fueron los colegas de The Times quienes, hace unos años, advirtieron al mundo que nuestra amada es la mejor ciudad del mundo para vivir. Lo tiene todo para reclamar ese título honorífico: y las razones que nosotros te damos son estas…



Que Mallorca es un pedazo de paraíso en la Tierra lo sabemos tú, yo y lo saben Jimmy Hendrix, Greta Garbo, Halle Berry o Liliane Bettencourt, los antiguos fenicios y los antiguos romanos, y los modernos -modernísimos- ingleses, alemanes y demás europeos que, por millones, se incrustan cada año en esta Isla de la Calma que tiene por capital una de las ciudades más decididamente bellas y desconocidas del Mediterráneo: Palma de Mallorca.

 

Vista de Palma desde la primera oficina de Tu Gran Viaje en Santa Catalina. foto © Tu Gran Viaje
Vista de Palma desde la primera oficina de Tu Gran Viaje en Santa Catalina. foto © Tu Gran Viaje.

 

La orgullosa Palma, la señorial Palma, es una ciudad mediterránea canónica: colores ocres de piedra de Santanyí besados por incontables palmitos, docenas de campanarios y conventos y centenares de patios quedos y palacetes renacentistas ocultados en un dédalo al que ningún GPS hará, jamás, justicia: el de Palma, el de Ciutat, es un callejero medieval y árabe y judío que rompería, por la belleza rotunda que se cuelga de ti cuando menos te lo esperas, cualquier hilo que llevara Ariadna.

 

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Cuando levantes la vista siempre estarán la Seu y, en algún lugar, el mar. Palma es todo lo que no son otras ciudades levantinas: es pura luz de isla, un golpe de Mediterráneo que uno creía estaba en otras tierras pero no en esta. Es como esos secundarios que, con un par de escenas, le roban la película y la pareja a la estrella del reparto. Para mí Palma le roba la cartera, con la plaza del Cuadrado, con la calle Jaume II, con Na Burguesa, a casi cualquier lugar que conozco.

 

La bellísima Seu de Palma de Mallorca. Foto © Clemente Corona.
La bellísima Seu de Palma de Mallorca. Foto © Clemente Corona.

Por supuesto, Santa Catalina

Ser vecino de Tyler Brûle, el gurú mundial del lifestyle, créeme, mola. El antiguo barrio de pescadores de la ciudad tiene hoy las terrazas tomadas por bellos expats que parecen seleccionados por una agencia de casting y que son más locals que los locales: son ellos quienes llenan los bares, las tiendas de bicis, los supermercados con víveres importados y, también, quienes remozan bellamente las preciosas casas de dos alturas, de vivas fachadas de estuco, que harán que te abalances sobre el Diario de Mallorca a hojear la sección de anuncios inmobiliarios.



Al barrio le da nombre el coqueto mercado de Santa Catalina, que merece la atención de los magazines de la BBC, de la Infanta Pilar de Borbón y de los más populares restaurantes de la ciudad, que se apelotonan a pocos metros, en la peatonal calle Fábrica. Por eso mantengo que Santa Catalina es el Meu Barri.

 

Can Palmer, Palma. Foto © Clemente Corona
La de Can Palmer, una de las construcciones modernistas más espectaculares de Mallorca, es una de las fachadas más fotografiadas de la ciudad. Está en la esquina de las calles Despuig y Quetglas. Foto © Clemente Corona



De tiendas por Palma

Tiendas, tiendas, tiendas… Los cruceristas regresan a sus palacios flotantes cargados de bolsas y más bolsas: recolectas de las calles comerciales de la ciudad –Jaume III, la tradicional; Oms, la popular; Avenidas y Sant Miquel, la de las grandes franquicias- y, también, del elegante cogollito de tiendas que se arracima detrás del paseo del Borne y por el que, con frecuencia, te topas con alguna reina y más de una princesa. Ahí van las suyas, que son las mías: Córner: tienda multimarca que acerca a Palma la rue de St Honoré, tal cual.

 

El Passeig del Borne, Palma. Foto © Clemente Corona.
El Passeig del Borne es la auténtica Milla de Oro del comercio en Palma. Foto © Clemente Corona.

En pleno paseo del Borne. B Connected: buen gusto alemán desperdigado por los mejores locales de Santa Catalina que te sirve tanto para vestir la casa como para decorarte a ti mismo. Rialto Living: un antiguo cine en la calle Sant Feliu donde caben más cosas bellas de las que podría contarte. Nacandara. En Quetglas con Despuig. Zapatos, zapatos y algún complemento.

La noche de Palma

Palma es la antítesis de los desmanes del resto de la bahía. Claro que también en Ciutat hay bares donde, si quieres, te pueden hacer rebosar de cerveza ale mientras las teles ponen partidos de rugby en diferido: pero no te voy a decir dónde y, sí, te voy a llevar a bares excelentes, discotecas y clubes de categoría legendaria: para que quemes tus ganas de pasarlo bien y de buen modo. En Sant Magí desembocan quienes cenan en Fábrica y quienes más saben: pásate por el Bar Cuba Colonial y deja que pasen las horas en su cava, y no te perdonarías no ir al Patrón Lunares, en la plaza del Progreso, el corazón de Santa Catalina (vital y nocturno, también). ¿Tienes ganas de abrir la mandíbula contemplando la bahía? Entonces, directo al BLD del Museu Es Baluard. ¿Buena música en directo en las alturas? Siempre vas a encontrar refugio en el Blue Jazz, en el ático del Hotel Saratoga, en pleno Paseo Mallorca. ¿Kitsch del bueno? El Flexas, en carrer Lolletga: es el feudo de la Terremoto de Alcorcón.




¿Chill Out? En el Nassau, en El Molinar, te están esperando. ¿Compartir una impresionante carta de ginebras con la beautiful people local -y eso quiere decir de muchos países- en el local-en-el-que-hay-que-estar? Al Nicolás, en plena plaza del Mercat, zona cero de la marcha más exquisita de este lado del Mediterráneo patrio. ¡Ah! No te pierdas su brunch.

 

 

Bar Nicolás, Palma de Mallorca
La espectacular e imprescindible barra del Bar Nicolás, en la Plaça del Mercat.




Ni, tampoco, el pasarte por el Paseo Marítimo, la gran avenida que sirve de fachada marítima a la ciudad, y es el escaparate por el que, durante el día, pasean los turistas, los locales y los miles de pasajeros que bajan de los cruceros… Que no falte en Tu Gran Viaje a Palma la discoteca más famosa de Mallorca. Puro hedonismo desde hace décadas.

Comida para el alma

Palma es, también, un destino imprescindible para gourmets y gastrónomos. Muy tradicional e igualmente inovidable es el chocolate humeante con una ensaimada que te espera en Sant Joan de Aigó. Probablemente te costará hacerte con una mesa pero, de verdad, espera y siéntante. En El Caballito de Mar, en el paseo Sagrera, a un paso de la Seo, se sientan potentados locales y foráneos, la intelectualidad de la ciudad, artistas de gira y, en definitiva, todos quienes pasan por Palma -al menos una vez en la vida. Su pescado es de renombre: como yo no puedo comerlo, te recomiendo sus arroces de verduras y sus carnes, que no merecen menos fama. ¿Low cost? Un llonguet de lomo en el bar Bosch, otra tradición palmesana que resiste a la perfección el paso del tiempo -y los embates del McDonalds con el que comparte acera. ¿A cualquier hora? Entra en un Capuccino. Los encontrarás en las mejores ubicaciones y, como yo, te harás fan desde el primer sorbo de café o de gin tonic, desde el primer bocado de sandwich o tarta. Y en cualquier bar te servirán un pa amb oli acompañado de olivas trençadas. Dale y descubre porqué el Times dice que Palma de Mallorca es la mejor ciudad del mundo para vivir. Seguramente te convencerás.