Tres pueblos, un río de montaña y una garganta en la tierra: el corazón de la Alpujarra Granadina encierra tesoros insospechados como el barranco de Poqueira.

Al sur de Granada se abre un barranco con tres arracimados pueblos blancos que se encaraman en la roca: Capileira, Bubión y Pampaneira, vértices del triángulo por donde bajan las aguas del Poqueira, pequeña corriente nacida en las cimas de Sierra Nevada para morir en el Trévelez, el río que lleva el nombre de la localidad más alta de España (unos 1.700 metros), donde las calles huelen al jamón que allí se cura y de la que parten viejos senderos y rutas de pastores y vaqueros que ascienden a los puntos más elevados de la Península.

El Barranco de Poqueira. © Francisco Jódar | Tu Gran Viaje
El Barranco de Poqueira. © Francisco Jódar



Estamos en la comarca de la Alpujarra Granadina, en la cara sur de Sierra Nevada, donde los moros ganaron tierra a la montaña preñándola de acequias, huertas, bancales, alquerías y caseríos. Allí se rebelaron los moriscos, mediado el reinado de Felipe II, contra las leyes que limitaban su libertad religiosa y sus costumbres. Perdieron, claro, y en 1571 los supervivientes fueron dispersados por Andalucía y Castilla. La Corona repobló sus tierras con campesinos del resto del país que se adaptaron a un entorno prodigioso en el que la naturaleza y lo humano casaban como en pocos lugares.

El Barranco de Poqueira. © Francisco Jódar | Tu Gran Viaje
Calle de Capileira © Francisco Jódar




La región continuó quieta y parapetada en sus atalayas hasta que viajeros y escritores del XIX –Pedro Antonio de Alarcón– o el XX –Gerald Brenan– la fueron desvelando en libros que relataban sus experiencias y descubrimientos. Quizá por esas revelaciones la Alpujarra Granadina se convirtió en punto de encuentro y fuga de urbanitas saturados, excéntricos variopintos, hippies y hasta budistas, como atestigua O Sel Ling (“Joselín” para los alpujarreños), un centro de meditación y descanso inaugurado por el Dalai Lama en 1982, situado a 1.600 metros de altura y desde el que se divisa nuestro destino: el Barranco de Poqueira.




El barranco de Poqueira: barranquismo sosegado

El Poqueira hiende la tierra en su descenso y es el alma del barranco: sus aguas dan unidad al paraje (declarado “conjunto histórico” en 1982) y posibilitan la proliferación de huertas y densa vegetación que caracterizan a este paraíso que tiene en Pampaneira su puerta de entrada. Subiendo por una carretera sinuosa pero en buen estado llegamos a Bubión, y el último hito en el camino es Capileira (1.436 metros sobre el nivel del mar), compendio de las características que convierten a estos pueblos en lugares únicos: callejuelas estrechas que aprovechan hasta la última sinuosidad del terreno, quietud, rincones deslumbrantes a la vuelta de cualquier esquinazo, armónicas placitas que se abren de improviso, durmientes gatos negros sobre muros blancos, vecinos de tertulia a la puerta de las casas… Otro planeta, sosegado y limpio, apenas a 70 kilómetros de la ciudad de Granada.

El Barranco de Poqueira. © Francisco Jódar | Tu Gran Viaje
Los gatos durmientes de Capileira. © Francisco Jódar



Los pueblos del barranco de Poqueira se despliegan rodeados por una naturaleza humanizada que se embravece a medida que ascendemos (algo desaconsejable o directamente imposible en invierno). La zona es punto de partida de rutas senderistas que apuntan al Picacho del Veleta (con sus 3.395 metros, la cuarta cumbre más alta de España), aunque aconsejamos recorrer la que baja desde Capileira hasta Bubión, más que nada por asequible y hermosa, y porque a la vuelta (que puede hacerse a pie o en bus) uno puede darse un homenaje en alguno de los bares o tabernas de Capileira, quizá en la Bodega La Alacena, un mesón de arquitectura alpujarreña donde recuperarse a golpe de queso, embutidos, espectaculares tomates aliñaos y un peligroso vino de la casa que entra sin sentirse.