Tu Gran Viaje al Valle del Loira: Prólogo


Tu Gran Viaje al Valle del Loira con Ángel Ingelmo

Nuestro Gran Viajero Ángel Ingelmo nos guía por uno de los territorios más bellos del mundo: el francés Valle del Loira. Todo un Gran Viaje de la mano de uno de sus mayores expertos que hará que lo quieras dejar todo y seguir sus pasos por esta tierra de belleza sin fin.

El Valle del Loira es una apacible región que se deja mecer por el lento discurrir de sus ríos -Loira, Cher, Indre y Vienne, principalmente-, y que debido a esta paz y sosiego que parece flotar en el ambiente fue elegida allá por el siglo XIII por los monarcas franceses y luego la nobleza para levantar sus castillos, cuya misión en un principio era puramente defensiva -a veces una simple torre- pero que, con el paso del tiempo, se fueron transformando en residencias palaciegas, coincidiendo con los años en que el renacimiento imponía sus normas artísticas: Amboise, Blois, Chambord, Chenonceau… Luego, se irían sumando otros y otros que adoptaban los estilos que imperasen en su momento.

En torno a aquellos primeros monarcas giraba una corte donde las primeras amantes legales, es decir, aquellas que ejercían con dicho título, y desempeñaban un importante papel a veces rivalizando con las esposas legales en cuanto a poder e influencias. Aquel estilo de vida, aquel refinamiento vivido en la región durante los siglos XVI y XVII, podemos decir que aún se mantiene vivo en la zona, algo que se palpa una y otra vez en la forma de ser de sus habitantes, en su manera de afrontar la vida, o simplemente de mirar.

Si los primeros años de esplendor del Valle del Loira coincidieron con la llegada del Renacimiento y todo lo que este movimiento implicaba culturalmente, también hay que hablar de otra parte más oscura: las intrigas, las envidias y las luchas por el poder y también las guerras, y muy especialmente las Guerras de Religión. Uno de los hechos más sangrientos sucedió en 1588 en el castillo de Blois, cuando el Duque de Guise fue atacado en palacio tras una encerrona por una veintena de espadachines, mientras el rey Enrique III permanecía escondido en la sala contigua. Después diría aquello de “¡Dios mío! ¡Qué grande es! ¡Parece aún más grande muerto que vivo!

Pero si hay dos reyes que de alguna manera determinen el destino del Valle del Loira son Carlos VII (1403-1461), el rey por el que ha luchado Juana de Arco y que tras confiscar la fortaleza de Amboise establece en ella su corte, y Francisco I (1494 – 1547), mecenas del renacimiento en su más amplio sentido: combatiente en Pavía, protector de los artistas, hará venir a Leonardo de Vinci y le instalará en su “manoir” de Amboise, constructor que ampliará el castillo de Blois y encargará el fastuoso castillo de Chambord, siempre siguiendo la estética renacentista surgida en Italia. Cuando más tarde se establezca en París, nunca abandonará las orillas del Loira, lo mismo que sus sucesores, y sus ideas seguirán vivas.

Blois, la puerta de entrada al Valle del Loira

Nuestro punto de partida de este Gran Viaje por el Valle del Loira, con incursiones por los ríos Cher, Indre o Vienne, hasta Angers, será Blois. La elección no es fortuita, ya que si bien se puede considerar la puerta de entrada al Valle del Loira, también es la primera en jugar un papel decisivo en el desarrollo de estos castillos y en la historia del país.

Chateau de Blois. Tu Gran Viaje por el Valle del Loira con Ángel Ingelmo
Chateau de Blois, Valle del Loira.

Y esa historia donde mejor se refleja es en su castillo real, no en vano ha sido residencia de siete reyes y diez reinas de Francia. Su parte más antigua corresponde a los restos de una fortaleza del siglo X levantada por los condes de Blois y de la que solo queda la sala de los Estados. Después viene el ala Luis XII, construida entre 1498 y 1503 dentro del estilo gótico flamígero, aunque ya aparezcan elementos renacentistas de estilo italiano y que ahora alberga un museo. En la ampliación realizada por Francisco I, entre 1515 y 1526, destaca la llamativa escalera monumental, modelo imitado en otros castillos, y luego una serie de salones en cuya decoración aparecen los símbolos de Francisco I (la salamandra) y la Duquesa de Bretaña (el armiño). Por último, el ala de Gaston de Orléans, obra del arquitecto François Mansard y cuya construcción se detuvo en 1638 al no tener fondos para pagar a los trabajadores. Vienen años difíciles, para la monarquía y el castillo, y en 1788 Luis XVI se ve obligado a venderle para que sea utilizado de cantera, afortunadamente es convertido en cuartel, que sería saqueado por los revolucionarios en 1789, borrando todos los símbolos reales que encontraron. A mediados del XIX, el inspector general de monumentos históricos, el también escritor Merimée, emprende su restauración procurando respetar al máximo su arquitectura original.

Aquel refinamiento vivido en la región durante los siglos XVI y XVII, podemos decir que aún se mantiene vivo en la zona, algo que se palpa una y otra vez en la forma de ser de sus habitantes, en su manera de afrontar la vida, o simplemente de mirar.

El castillo no será el único reclamo, hay que darse un paseo por el pueblo que se extiende desde el castillo hasta el río y recorrer la calle de Saint Lubin y sus antiguas casas de entramado de madera, la rue des Juifs, visitar la maison de la magie Robert Houdin, una parte museo y otra sala de espectáculos; la iglesia de Saint-Nicolas, armonizando románico y gótico; la catedral Saint-Louis, del siglo X pero muy reformada en el XVI, o la maison des Acrobates, en la misma plaza que la catdral y con una fachada medieval. (Continuará)