Droga humana


Grafiti en una pared de Cartagena de Indias, Colombia

 

Viajar por Colombia da lugar a encuentros inesperados con una riqueza idiomática perdida a nuestro lado del océano.

[space height=”20″] En Colombia un director o vicepresidente comercial puede tener el bonito nombre de director de mercadeo. Si una cajera les dice, educadamente, me regala mil pesos, o la recepcionista, en el hotel, me regala el pasaporte, no se trata de obsequiar nada, sino de cobrar mil pesos o de tomar los datos del pasaporte (en Guatemala, los recados son platillos de comida indígena). En Medellín, los limpiabotas o lustrabotas prestan los siguientes servicios:

Lustrada sencilla

Encharolada

Desmanchada

Griffin blanco

Griffin gris

Blanco completo

Bota de mujer

Bota de hombre.

Otras expresiones: carro de bomberos, servicios bomberiles, cosméticos para carro. Algunas campañas publicitarias andan sobradas de originalidad: Usted tiene derecho a tener derecho; Ojo por ojo y el mundo terminará ciego. Las carnicerías en Colombia son expensas de carne y las tiendas de comestibles se convierten en variopintos abarrotes donde despachan víveres, rancho, licores, pero también suelen amontonar ropa y cacharrería. En muchos pueblos los abarrotes se intitulan legumbrería, revuelterías o graneros. Las ventas, o restaurantes de carretera, son estaderos donde junto al tinto (café) o la comida corrida se apilan todo tipo de bollos, pastas precintadas y productos artesanos (desde miel hasta dulces elaborados con azúcar de caña). En las loncherías venden botes o aguardiente y también bocadillos.

Busquen tornillos en las tornillerías uruguayas, pero no en las droguerías colombianas donde despachan drogas; o sea, son farmacias. De modo que no se asusten si ojean anuncios como este recogido en la Droguería del Pueblo que está en Arauquita:

Droguería del Pueblo

“La amiga de su salud”

Droga humana

Perfumería

Cosméticos

Inyectología

Correcto despacho de fórmulas.

En las droguerías también se adquieren fungicidas y matamalezas. Por si fuera poco, durante el periplo por lo que fuera en tiempos de la colonia Nueva Granada, entramos en galleterías, disquerías (tiendas de discos), condominios; comerán en paradores (casas de comidas) que no paraderos (donde se detienen las busetas y combis) o en piqueteaderos, asaderos, salsamentarias y desayunaderos. Si se precisa dinero en aquellas tierras hay que ir a una prendería, bonita palabra porque en Colombia, como bien dice mi amigo Osvaldo, se habla el mejor español del mundo, el español de verdad que, desgraciadamente, hemos perdido en España.

[message_box title=”Sobre el autor” color=”white”]Jesús García Marín fue, allá por 1984, alumno de doctorado del Premio Nobel Camilo José Cela, con quien cursó Dictadología Tópica. Ha escrito infinidad de artículos de investigación histórica, algunos de ellos publicados por el CSIC o por la Universidad Complutense. Ha coordinado cuatro misceláneas de cultura humanística y es autor de un centenar de guías turístico-prácticas de todo el mundo, desde Finlandia hasta la Patagonia. Como periodista, ha publicado numerosos artículos culturales o de opinión en los periódicos baleares de mayor tirada. Actualmente es columnista del diario mallorquín “Última Hora” y colaborador habitual de Tu Gran Viaje.[/message_box]