Hay un libro para cada Gran Viajero… y, también, una Biblioteca. Y estas que siguen son las más bizarras y extrañas que hemos conocido en nuestros grandes viajes.

Hoy les voy a hablar de algunas entre las muchas bibliotecas y librerías jocundas que he visitado aquí y acullá. Tal ocurre, pongamos por caso, con la Biblioteca Pública Notario Anastasio López, en San Cristóbal de las Casas, donde son preceptivas las siguientes reglas a la hora de usar un libro como se lee en un sencillo cartel puesto en la entrada:

1-No lo tengas esclavo, pues es libro. Por lo tanto no lo señales con ninguna marca.
2- Usa, no abuses de él.
3- Te es lícito leerlo y hacer los extractos que quieras.
4- Devuélvelo como lo recibiste, sin maltrato ni menoscabo alguno.

En la civilizada Madrid, en el Ateneo Literario y Científico, junto a la Cacharrería, abre sus puertas la galería de personajes ilustres. Subiendo por la escalera accederán a la vetusta biblioteca ateneísta, una de las más pintorescas de nuestro país; cada mesita tiene su lámpara y cada maestrillo, su librillo. Ocurre, sin embargo, que algunos socios o amigos de lo ajeno por su cuenta y riesgo tratan de mejorar o suprimir la instalación lumínica, con grave peligro para los libros y el consiguiente perjuicio para los señores socios. Ante los hechos consumados, la directora de la biblioteca mandó colgar el siguiente aviso que no sé si sigue estando:

Se ruega no cambiar las bombillas existentes por otras de más potencia, porque existe peligro de incendio. Ni tampoco llevárselas, La Bibliotecaria.

Se dan, sin embargo, casos todavía peores, como el de la Hemeroteca Municipal de Madrid donde, en los asientos, en cada mesa, se lee:

Está terminantemente prohibido subrayar, escribir, doblar, mutilar las publicaciones, así como sacarlos del recinto de la Hemeroteca.

 

Bibliotecas del mundo. Un artículo de Jesús Gª Marín para Tu Gran Viaje
Mel Abbey Library

 

En la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo, de Quito, son menos remilgados: varios carteles distribuidos por doquier recuerdan al lector o investigador que No mutile los libros. Parece que pelar libros debe ser costumbre extendida. No andamos sobrados, en los tiempos que corren, de ese amor al libro y a la edición que se constata en el letrero de Librería Yupanqui, sita en el mercado bonaerense de San Telmo:

Quiéranme como la Madre,
Adórenme como a la tierra,
Guárdenme como a un recuerdo
Solo eso pretendo yo.
Letra: un libro.

Altruista fue, sin duda, don Juan de Palafox y Mendoza (1646) que en Puebla forjó y a Puebla legó la Biblioteca Palafoxiana, una de las más valiosas de América, y las siguientes verdades que están grabadas en la entrada de tan valioso centro:

El que se halla en un beneficio sin libros,
se halla en una soledad sin consuelo,
en un monte sin compañía,
en un camino sin báculo,
en unas tinieblas sin guía.

The Antique Book Shop es una librería bonaerense de la calle Libertad en la que venden, según un cartel del escaparate, Libros para decoración, lógicamente con unas estupendas cubiertas de piel. Otra es la filosofía de la Librería Bautista , sita en Santa Ana (El Salvador), donde un anuncio en la misma indicaba que Eres lo que lees, frase verdaderamente ambigua que da mucho que pensar. Lees lo que eres me hubiera parecido una frase más afortunada y, desde luego, más genética.

Por último, solo señalar que las bibliotecas con la arquitectura e interiorismo más asombroso del mundo están en Finlandia: son las de Rovaniemi, obra de Alvar Aalto, la de Oulu, una caja de cristal junto al río, y la de Javäskylä, por mencionar solo algunas, tal vez por eso Finlandia es tan rico y nosotros tan…