Las has visto en infinidad de ocasiones en la televisión y en el cine, has leído y oído sobre ella: El festival Holi es, probablemente -y literalmente- la fiesta más colorida del mundo. Una auténtica orgía de colores que celebra la victoria del bien sobre el mal y que debes sentir en primera persona al menos una veza en la vida…
India no deja -no puede dejar- indiferente a nadie. Tal vez ningún país del mundo albergue contrastes tan brutales: tierra de oxímorones que, cada primavera, lanza un mensaje de color tan exagerado que se ha colado incluso en la publicidad occidental. Todo el subcontinente se echa a la calle para pintarse la cara unos a otros en el Holi, el festival de primavera que se celebra desde hace siglos y, dependiendo del año, entre febrero y marzo, pero siempre en el primer día despues de luna llena (en 2019, será la noche del 20 al 21 de marzo, un día antes en Bengala y en Odissa). Es el Holi un festival consagrado al amor que simboliza la victoria del bien sobre el mal, la llegada de la primavera y el final del invierno, y el momento de rehacer relaciones rotas entre parejas, familias o amigos.
El Holi se celebra de infinitas maneras, tantas como etnias y regiones hay en India, pero con algunas características comunes: las hogueras donde se queman efigies que simbolizan más conceptos de los que cabrían contar en casi una vida, y una guerra donde las gentes se arrojan tintes y agua coloreada en cualquier lugar, con las calles tomadas de bandas de músicos, en una sucesión de rituales de diferentes significados, según donde nos encontremos. Cuando acaba el día, todos los participantes -que es como decir la mitad del país- son, somos, lienzos vivientes.
