En pleno Bund de Shanghai, la relojera Swatch tiene un hotel de lujo que es, al mismo tiempo, un centro de creación artística contemporánea: Bienvenidos al Swatch Arts & Peace Hotel.
Hace mucho que no corretean por el Bund de Shanghai –ese malecón mítico que ha llenado miles de páginas de la mejor literatura y que ha sido escenario de algunas de las páginas más importantes de la historia china- enjambres de rickshaws transportando a comisionistas y contrabandistas o mercancías de los barcos que –entonces como ahora- surcaban las aguas negras del río Huangpu. Hoy, las carreras las dan multitudes de jóvenes que, iPhone 6 plus en mano, hacen de la esquina del Bund con Nanjing Road uno de sus puntos de encuentro preferidos en la capital económica de Oriente.
En esa esquina privilegiada de Shanghai –que es como decir del mundo, que es como decir de China- se levanta el señorialmente bello Swatch Arts & Peace Hotel, uno de los edificios más históricos de la ciudad –escenario de las celebraciones de la boda de Chang Kai Shek, el padre de la extinta República China- y que es hoy un hotel de lujo propiedad de la compañía relojera Swatch, que tiene además una particularidad muy especial que lo convierte en único en el mundo: el hotel es, además de uno de los mejores establecimientos hoteleros de la ciudad, un centro para la creación de arte contemporáneo.
Y eso es porque sus plantas segunda y tercera albergan 18 habitaciones-taller en las que artistas de todo el mundo, todas las edades y todas las disciplinas (139, procedente de 34 países) disfrutan de un programa de residencias artísticas –“Traces”- que han dado como fruto, tres años después de la apertura del hotel y del comienzo del programa, a la exposición “Faces & Traces”, que se puede visitar hasta el 15 de enero de 2015 en el propio hotel.
La exposición muestra obras que representan una gran variedad de disciplinas y estilos enmarcados en el arte contemporáneo: es tan brillante como ecléctica. La forman pinturas, esculturas, dibujos, fotografías y vídeos, que se suman a piezas musicales, textos manuscritos e incluso performances de canciones, bailes y teatro.
Una seleccción tan variada como los perfiles de los artistas que han pasado en estos tres años por el programa: y es que, al terminar su periodo de residencia, que oscila entre los tres y los seis meses, cada artista entrega una de las obras que ha creado en ese tiempo -su “legado”, de ahí el nombre de la exposición-, que se han instalado en su gran mayoría en la gran sala de exposiciones de la primera planta, pero que también ocupan el vestíbulo, la Swatch Store, las dos plantas que ocupan los artistas y en tres de las exclusivas suites situadas en la cuarta planta.
Pero la exposición no es el único atractivo del hotel: no olvidemos que es un establecimiento de lujo en una ciudad que ama el lujo. En el hotel, que fue construido en 1908, además de las tres tiendas de relojes que adornan los locales comerciales del edificio, espera uno de los roof bars más espectaculares de Asia, el Terrace, donde la beatufil people de la ciudad comparte cócteles ante la espectacular panorámica de los rascacielos del distrito de Pudong, al otro lado del río, y el Shook!, un restaurante de fusión con la que es, aseguran, una de las mejores bodegas de todo China.
