Cuna de dos de los mayores protagonistas de la historia mexicana -Benito Juárez y Porfirio Díaz-, del pueblo precolombino zapoteca, y del mezcal, en el estado federal de Oaxaca pareciera que caben todos los Méxicos posibles.




Es el estado de Oaxaca una tierra fértil del sureste del país en el que cada rincón es testigo de la apasionante historia de México, donde no faltan algunas de las mejores muestras de la herencia arquitectónica de los años de la Nueva España y una gastronomía donde manda una de las despensas más extensas del continente. Comienza nuestro viaje en la capital del estado, Oaxaca, ubicada en el corazón de un valle fértil al que, como sucede con el estado, da nombre.

 

 

Para Malcom Lowry, el autor de la novela Bajo el volcán, Oaxaca era “la ciudad más bella del mundo”, y puede afirmarse que era la suya una opinión bien fundamentada: desde los tiempos de los zapotecas -los pobladores originales de la región- Oaxaca siempre fue próspera, el emplazamiento más importante del sureste de México, y eso se refleja en la suntuosidad de su abundante patrimonio arquitectónico y cultural, tanto prehispánico como del tiempo de la presencia española y posterior, que le vale ser Lugar Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Oaxaca, la Ciudad más Bella del Mundo

En Oaxaca toda la vida pasa por el Zócalo, que no es más que la plaza mayor, y por que el que se definen todas las ciudades mexicanas. Se pierde el sentido del tiempo mientras se está sentado en cualquiera de las terrazas contemplando el espectáculo de la vida diaria: las ideas y venidas de los oaxaqueños, los artesanos ofreciendo sus mercancías, las melodías de los músicos callejeros… y siempre, como en casi todos los zócalos del país, los dos fieles de la balanza: el palacio de gobierno, levantado a comienzos del siglo XIX en el lado sur, y la catedral, en el lado norte, que fue comenzada a construir por los dominicos a mediados del siglo XVII y terminada doscientos años más tarde.



En el centro histórico de la ciudad destaca sobremanera el convento de Santo Domingo de Guzmán, uno de los monumentos más importantes de todo México, un puro delirio churrigueresco cuya imponente fachada, su interior cargado de pinturas, retablos y relieves, el oro que cubre las paredes y el árbol genealógico de Santo Domingo, labrado en la madera del techo de la entrada, siguen arrancando la admiración de quien la visita como lo hace desde hace cinco siglos.

 

Muy cerca, en la avenida de San Felipe, se encuentra la otra gran iglesia de la ciudad, la de la Virgen de La Soledad, la patrona de la ciudad, construida en el el siglo XVIII, y los dos museos principales de la ciudad, que se nutren de los yacimientos que pueblan todo el estado: el Museo de las Culturas de Oaxaca (calle Calle Macedonio Alcalá S/N, Centro), donde se muestran las piezas más destacadas descubiertas en el yacimiento de Monte Albán, como el famoso “tesoro de la Tumba 7”, una colección de máscaras de oro, joyas de nácar, jade y ámbar, y el Museo Rufino Tamayo (calle José María Morelos, 503, Centro), que alberga la colección privada de objetos prehispánicos de un pintor de la ciudad.

 

Panorámica de Oaxaca, México. Tu Gran Viaje
Panorámica de Oaxaca

 

Oaxaca, Historia viva de México

En Oaxaca se encuentran dos de los yacimientos precolombinos más importantes del país. Sobre la cima de una colina, a solo diez kilómetros de la ciudad, y dominando un paisaje sencillamente majestuoso, aparece Monte Albán, declarado también por la UNESCO Lugar Patrimonio de la Humanidad. Con más de dos mil años de historia, Monte Albán (Dani Baá para los zapotecas), erigido en el siglo VIII a.C., fue capital del imperio zapoteca, considerada la civilización urbana más antigua de toda Centroamérica, muy anterior al esplendor de Teotihuacán. Monte Albán se extiende por una superficie de más de cuarenta kilómetros cuadrados, y pasearse por él es sentir el esplendor de la cultura zapoteca, especialmente en su Gran Plaza rectangular, donde se sitúan palacios, templos, adoratorios, juego de pelota y tumbas.

 

La ciudad, en la que llegaron a vivir más de cuarenta mil personas, fue abandonada entre los años 900 y 1000 y ocupada por los mixtecas, los grandes maestros centroamericanos del arte funerario, que lo convirtieron en una necrópolis donde descansaban sus príncipes. El otro gran enclave prehispánico es 
Mitla, a poco más de cuarenta kilómetros al sureste de Oxaca y cuyas cuevas son también Lugar Patrimonio de la Humanidad. Este “Lugar de los Muertos” -que es lo que significa su nombre- estuvo habitada por los zapotecas desde el año 100 a. C. hasta 1521, cuando llegaron los españoles. Los restos muestran una refinada arquitectura, especialmente en la decoración en forma de grecas, destacando entre sus estructuras el Grupo de las Columnas, el Grupo del Templo, el Grupo del Arroyo y el Grupo del Adobe; en las inmediaciones de la zona se encuentra un mercado de artesanías y talleres de artesanos.

 

Monte Alban, Oaxaca, Mexico. Tu Gran Viaje
Plaza Central del yacimiento de Monte Albán, en las proximidades de Oaxaca

 

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