La Fundación Bill y Melinda Gates (B&MGF o la Fundación Gates) es la fundación privada de caridad más grande del mundo, fundada por Bill Gates y Melinda Gates. Y es una maravilla arquitectónica repleta de soluciones imaginativas de sostenibilidad que entroncan con su ADN.

Seattle, escondida como una valiosa esmeralda en el joyero bendecido por la Naturaleza que es el estado de Oregón, en la esquina noroeste de los Estados Unidos, es una una de las ciudades más atractivas del mundo para vivir y hacer negocios. Año tras año, la ciudad -cuna de grandes empresas como Amazon y Starbucks, y epicentro cultural gracias al movimiento grunge- aparece destacada en lo más alto de los más importantes rankings mundiales de calidad de vida; su población es la mejor formada de Estados Unidos, y sus políticas urbanísticas locales son referentes en sostenibilidad ambiental. Por si fuera poco todo ello, es además la ciudad donde se ubica el campus de la Fundación Bill & Melinda Gates, la institución con la que Bill Gates, una de las mayores fortunas del mundo y co-fundador de Microsoft Corporation -la compañía tecnológica creadora de Windows y que tiene sus cuarteles generales a pocos kilómetros de Seattle, en la ciudad de Redmond– articula su labor filantrópica, definida por los más de 40.000 millones de dólares donados desde su comienzo, conviertiéndole en el mayor filántropo del planeta.

Sostenibilidad en cada detalle

De hecho, Gates abandonó hace unos años sus labores ejecutivas en Microsoft para dedicarse por completo a su Fundación, y una de las primeras decisiones que tomó fue la de dotarla de un campus acorde con su espíritu y, también, con el de la ciudad que la acogía. Para ello eligió un terreno de seis hectáreas del centro de la ciudad, donde desde 2011 se levanta el complejo, en cuya construcción se invirtieron más de 500 millones de dólares. El campus fue diseñado por el estudio de arquitectura NBBJ y construido por la compañía Sellec Construction, con el mandato de crear un complejo que, con un ambiente open space, incentivara el trabajo colaborativo y que se sumara al liderazgo mundial que la ciudad de Seattle ostenta en lo referente a la edificación sostenible. Dicho y hecho: cuatro años después de su inauguración, el campus fue distinguido con el prestiogisísimo LEED Platinum, un galardón que otorga el US Green Building Council, un organismo independiente, que ha establecido el sistema de certificación de diseño y construcción de edificios “verdes” más importante de los Estados Unidos. Desde su comienzo en 1993, más de siete mil construcciones en todo el mundo están distinguidos con sus certificaciones, pero solo el 8% de todos ellos han sido premiado con el LEED Platinum: para más honor, la Fundación es el mayor complejo no gubermanental del mundo en haber sido premiado.

 

Fachada de la Fundación Gates de Seattle. Tu Gran Viaje

 

Galardón LEED Platinum

¿En qué se fundamenta el galardón? El campus de la Fundación hace bueno el acrónimo del premio (en inglés, LEED es “Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental”) por haber incorporado una serie de elementos de diseño “verdes” que racionalizan el uso de la energía, se integran en el entorno en que se levanta, garantizan la inversión económica empleada y, además, dinamizan la economía local. Una suerte de “cuadratura del círculo” muy del gusto de Bill Gates y del resto de patronos de la Fundación y que se impulsa, además, en los proyectos que subvenciona por todo el mundo. La Fundación predica con el ejemplo: más del cuarenta por ciento del solar del antiguo aparcamiento que ocupa son hoy zonas verdes que, además de embellecer el entorno del vecindario, reducen significativamente la huella de carbono de un complejo donde, además, los jardines cubren más de ocho mil m2 de tejados -que son también un habitat para las aves de la zona-, demostrando que los desarrollos arquitectónicos al más alto nivel pueden -deben- ser sostenibles medioambientalmente. “El proyecto comenzó cuando nos planteamos alcanzar la certificación LEED Plata, siguiendo las directrices de construcción “verde” del ayuntamiento de Seattle”, manifestó en el anuncio del galardón Margaret Montgomery, diseñador jefe de NBBJ. “El reto principal fue diseñar el edificio apropiado para los empleados de la Fundación y para el vecindario. Y resultó que las mejores soluciones eran además las más ecológicas y sostenibles”.

 

Fundación Gates de Seattle. Tu Gran Viaje
Foto CC David Lee

 

Seattle es también una de las ciudades que más precipitaciones recibe en los Estados Unidos, por lo que el uso de la gestión del agua fue, desde los comienzos del proyecto, una de las prioridades. En este caso, el reto estribó en luchar contra la disminución y la contaminación de los recursos hídricos de la ciudad, y para ello se construyo un tanque subterráneo de cuatro mil m3 de capacidad que abastece en gran parte a las instalaciones. Los tejados ecológicos absorben una cantidad significativa de agua de lluvia, y la sobrante es conducida al tanque subterráneo, ya limpia de agentes contaminantes, para ser reciclada para usos recreativos –en las fuentes y estanques- y sanitarios –en servicios y aseos. Estas iniciativas, junto con el uso de avanzados sistemas de fontanería, reducen en un 80% el uso de agua potable en el campus, además de eliminar toda el agua de lluvia contaminada. “Un campus sostenible es fue el resultado natural de la filosofia de la fundación, en línea con nuestros valores de prestar un servicio positivo al vecindario y al entorno”, asegura Martha Choe, directora administrativa de la Fundación.

La eficiencia energética de la Fundación Gates

El campus incluye además una gran variedad de estrategias enfocadas a conseguir la más alta eficiencia energética posible, como un gran huerto solar en una de las azoteas, capaz de proveer de la energía necesaria para generar un tercio del agua térmica empleada en el complejo. Bajo la azotea hay un tanque con una capacidad de más de 2.800 m3 de agua, que minimiza la energía empleada para refrigerar los edificios del complejo con agua fría almacenada durante la noche y recirculada durante el día, lo que ha traído aparejado que el consumo medio energético se haya reducido en un 40%. Además, la inversión hecha por la Fundación para mantener el plan durante los próximos cien años se amortizará en menos de treinta. “Quizá lo más satisfactorio de todo sea que el reto de la sostenibilidad fue el resultado de un proceso de diseño integrado, no de una carrera para ganar puntos”, declaró Cormac Deavy, Director del proyecto. “Los sistemas mecánicos fueron seleccionados por su retorno de la inversión, consideraciones de mantenimiento y operaciones, flexibilidad futura y su habilidad para mejorar la calidad del entorno interior para la plantilla de la Fundación”.

Yancy Wright, Directora de Sostenibilidad en Sellen Construction, la compañía constructora, enfatiza los beneficios económicos de construir sosteniblemente. “Enfoncándonos en lo que era mejor para todo el proyecto, fuimos capaces de alcanzar beneficios por encima de las expectativas iniciales. Por ejemplo, demostramos que es posible reciclar el 97% de los escombros que generamos -más del doble de la media estadounidense. De hecho, más del 20% del campus fue construido con materiales reciclados y regionales, dando como resultado un impacto importante en la economía local con la participación de 21 subcontratas que extrajeron y manufacturaron materiales en un radio de 500 millas del proyecto”. Ser verde es, además de una de las mejores causas, un buen negocio. Una de las personas más inteligentes y poderosas del mundo lo sabe de primera mano. Sigamos su ejemplo.