Mundo Gorrino


El cerdo el mejor amigo del hombre Foto Jesus g marin

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Modos y maneras de comer -o no comer- cerdo alrededor del mundo, según Jesús Gª Marín.

¡Alegría, alegrote / o rabo do porco no pote! En mi vagar girovagante aquí y acullá, muchas veces me he topado con quien para mí es el mejor amigo del hombre, que no es ni el perro ni el propio hombre (recordemos lo de homo homini lupus), sino el cerdo. Del cochino, dijo don Gregorio Marañón, que en épocas de hambre ha salvado más vidas que la propia penicilina. Ese gran escritor y viajero que fue don Ciro Bayo contó cómo a finales del siglo XIX en sus viajes por el río Manaos, en un poblado indio, le dieron un trozo de carne y luego le explicaron que era humana. Según don Ciro, esa carne tenía un ligero sabor a cerdo (a lo mejor venimos más del cerdo que de la secuencia genética de la mosca; en fin, es una teoría mía sin fundamento).

Como es sabido, por precepto, en el mundo musulmán del gorrino ni los andares. Cuando, por ejemplo, se vuela con las Líneas Aéreas Turcas una papeleta inserta en el menú advierte al comensal que nada en el mismo procede del gorrino (en la papeleta se ve un cerdo completamente tachado). Las marranerías son tiendas habituales de Guatemala en las que se despacha porcino. Por ejemplo, los masheños o naturales de Chichicastenango, que disponen casi de una barbería por habitante, adquieren jugosa carne de porcino en la Marranería San Miguel. Prueben, si se tercia, la mortadela y el jamón popular de la marca Marranito. Los venden, pongamos por caso, en un supermercado de La Ceiba (Honduras), frente a la estación de Hedman Alas.

La Cervecería El Marrano está en PamplonaEl Cerdo que Ríe es el nombre de un restaurante de la playa de Las Canteras (Las Palmas). De la puerta de un retrete de Palenque colgaba (2003) el siguiente ruego: Favor de ponerle agua a la cubeta/ No sea marrano. Y ya que estamos hablando de aliviaderos y de marranos, ambas cosas a veces van a la par, en el water-closet del tren que va de Cusco a Aguascalientes son más finos: Sólo deshecho humano. Por el mercado de recuerdos de Panamá la Vieja se puede adquirir un azulejo: se aprecia el dibujo que representa a un señor defecando y la siguiente leyenda no exenta de la metafísica más pura: Sentado en este aposento/ me he puesto a pensar / lo caro que está el sustento / y dónde viene a parar.