Sí, en estos días se están celebrando las carreras de Ascott pero, en las antípodas de estilo, están otras que tienen lugar unas semanas antes -a mediados de mayo- y que también nos encantan: las del Derby de Kentucky, en la América más tradicional.
Y es que probablemente una de las carreras de caballos más míticas de todo el mundo sea este Derby de Kentucky, la primera prueba de la Triple Corona, con nada que ver con las de Malasia o Australia. Lleva celebrándose en Churchill Downs el primer sábado del mes de mayo desde 1875, lo que junto a la dotación del premio (un millón de dólares) la hace cita ineludible para los mejores potros de tres años del globo. La distancia empezó siendo de milla y media, fue rebajada un cuarto de milla en 1896; una distancia que saca lo mejor de las monturas, al celebrarse tan pronto, y que eleva al jockey a la historia de este deporte.
Sus gradas y pista central tienen un aforo de 140.000 espectadores: pero son más de un millón los que acuden todos los años a Louisville, quedándose fuera porque las reservas de localidades tienen una lista de espera -agarraros a algo- de más de doce años, ya que sólo salen a la venta al público 30.000 asientos, el resto son de abonados, propietarios de cuadras, magnates diversos… si vuestra visita coincide con la carrera, podéis entrar al festejo previo, mediante pago de 20 dólares. Además, el evento es celebrado desde una semana antes en el Kentucky Derby Festival, con desfiles, actuaciones callejeras e incluso una carrera entre los dos barcos de paletas fondeados en la ciudad, el Belle of Louisville y el Delta Queen. Podéis jurar que merece muy mucho la pena…
