Alejarse un poco de las calles más turísticas es una buena idea en Toronto. La ciudad más vitalista de Canadá esconde en su periferia un buen ramillete de barrios que enamoran y bien merecen una visita.
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Toronto se ha convertido en apenas unos pocos años en uno de los focos culturales y de tendencias más importantes del mundo occidental. No es exagerado afirmarlo. La alta calidad de vida de la ciudad, así como el interés que los canadienses tienen en todo tipo de tendencias sociales y culturales hace que sea todo un perfecto caldo de cultivo para investigar sobre mil y una novedades de todo tipo. Si hay una ciudad que pueda considerarse ‘la más hipster’, esa es, sin duda, esta.
King Street y Queen Street
Dos grandes avenidas ocupan buena parte de la ‘modernidad’ de Toronto. Son paralelas tanto sobre el plano como en su nombre: King Street y Queen Street. Sobre todo la segunda, pero en ambas se suceden numerosos locales de moda, restaurantes de todo tipo que sirven los platos más en boga y boutiques que van más allá de los conceptos temporada o vintage, así como cosméticos orgánicos y todo tipo de alimentos.
Sin embargo, estas dos líneas vertebradoras de la ciudad, así como el centro histórico, donde la famosa torre o el acuario, no es lo único que el viajero debe conocer si busca el Toronto auténtico, moderno y ‘cool’.
Leslieville
La periferia de la ciudad se está movilizando para que encontremos rincones a cuál más interesantes y bonitos allá donde fuéramos. Todo Toronto está conectado mediante parques y existe la posibilidad de moverse sin problema en bicicleta, por lo que, echemos a pedalear por los barrios que rodean el centro y disfrutemos de sus encantos. Por ejemplo, los muchos de Leslieville.
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Este rincón, situado al este de Toronto, es el preferido por los locales para acudir a pasar la tarde delante de un buen café, a cenas informales entre amigos y a compras de todo tipo de objetos curiosos. Se diferencia por tener su propia imagen de marca, algo así como un logotipo que, además, se encuentra fácilmente, más allá de las pancartas de las farolas.
Y es que ‘el símbolo’ de Leslieville es un banco de madera con tablillas de cuatro colores, el mismo que está en sus principales calles. Un rincón que no hay que perderse allí es el café Te Aro, ejemplo perfecto de integración de la modernidad más hipster en un barrio popular y que sirve un café delicioso.
Greektown
A no demasiada distancia al norte de allí encontramos Greektown que, como su nombre indica, es el barrio griego de la ciudad. Es una de las zonas residenciales de emigrantes griegos más grandes del mundo y mantiene celosamente su cuota helenista gracias a unos vecinos que se encargan a diario de ello. es de las pocas zonas de Toronto que cuenta incluso con placitas en las que hacer vida como en Europa, y no solo la cuadrícula eterna de manzanas de casas.
Además, a cada paso surgen buenas razones para el picoteo: desde pasteles tradicionales y café auténticamente griego como el que sirven en Village Pie a gyros como los del Palace Restaurant.
No es de extrañar que Airbnb ofrezca incluso la posibilidad de patearnos el barrio durante dos horas en una ruta gastronómica que permite probar todo tipo de bocados mientras conocemos de primera mano, gracias al fotógrafo gastronómico Jim Bamboulis, las especialidades de la zona.
Roncesvalles
Por último, en el otro extremo, en la zona oeste de la ciudad, encontramos el tercero de los barrios auténticos y casi secretos. Se trata de Roncesvalles, que equivale al barrio polaco de Toronto. Es la zona en la que lo orgánico, la vida ecológica y la modernidad más verde se dan cita.
Cada pocas calles se suceden los mercados de granjeros y campos próximos, donde se venden en cada esquina frutas y verduras cultivadas siguiendo los más exigentes parámetros veganos y cuyo surrealismo toca techo al poder hacerlo mientras uno oye vecinos de siempre hablando polaco o comiendo alguna especialidad de ese país en alguno de los restaurantes que se mantienen abiertos entre tanto mercado orgánico.
Así las cosas, Toronto es mucho más que los barrios famosos o los que tienen los viajeros marcados en sus mapas. Unos pasos más allá, encontramos rincones que no se olvidan y que hacen de la visita un viaje aun más emocionante.
